viernes, 4 de diciembre de 2015

MAS DESVASTADOR QUE LA CRISIS

Coral Bravo
Coral Bravo
Retazos
Más devastador que la crisis
Zapatero fue el único presidente del Gobierno español que se preocupó y realizó importantes gestiones para acabar con el cambio climático
Aunque Rajoy negó en 2007 el cambio climático porque se lo dijo su primo, lo cierto es que el daño inclemente que estamos ocasionando al planeta está llegando a un punto en que es prácticamente irreversible. Ríos y mares contaminados, tala de árboles y desertización continuada e imparable, tóxicos industriales contaminantes del agua y de la tierra; herbicidas altamente nocivos, tanto para la salud humana como del planeta, que se vierten en grandes extensiones de tierra por multinacionales que, como Monsanto, siembran buena parte del mundo de cultivos transgénicos, guiándose exclusivamente por la avidez de beneficios económicos. Gases contaminantes, desgaste de las capas atmosféricas protectoras del daño solar, aumento de la temperatura del planeta por el calentamiento global. Millones de toneladas de plásticos no biodegradables que acaban contaminando los mares y deteriorando la vida animal y natural.
El Ártico se está derritiendo, y ello implica unas consecuencias a corto plazo catastróficas, muy sabidas y muy bien calculadas, no por el primo de Rajoy, sino por los científicos y expertos en el cambio climático. Los investigadores en la materia llevan décadas avisando a la humanidad entera del cataclismo que nos espera si los políticos y los gobiernos no ponen empeño en controlar los vertidos contaminantes y en legislar de acuerdo a revertir una situación que está muy cercana ya a acercarnos a un verdadero desastre. Algunos políticos honrados y de verdad preocupados por el bien de todos, como el ex vicepresidente de EE.UU., Al Gore, han intentado intervenir en esta cuestión y difundir una realidad que a todos nos resulta ya familiar, pese al interés de muchos, como Rajoy y su primo, en restarle importancia.
José Luis Rodríguez Zapatero fue, no lo olvidemos, el único presidente del Gobierno español que se preocupó y realizó importantes gestiones en este campo, como la reducción de emisión de gases de efecto invernadero y el incremento de las energías renovables. Ya en 2009, en un discurso en la ONU, exigía el compromiso internacional contra el cambio climático y afirmaba que realmente el cambio climático sería mucho más devastador que la crisis. Aunque también es verdad que los negacionistas del cambio climático son los mismos que crearon la crisis y la fomentaron.
Y es que don dinero es don dinero. La derecha se empeña en negar esa evidencia sencillamente porque a la derecha no le preocupa el planeta, ni la naturaleza, ni el bien de todos, le preocupa sus intereses. Es la aliada política de las grandes multinacionales y del poder económico y financiero; e ideológicamente la derecha contempla la naturaleza, que para eso es tan cristiana, como algo que puso el dios cristiano en manos de los hombres, como también los animales, para su uso y disfrute. Ese terrible, absurdo e ignorante antropocentrismo cristiano que es realmente una de las grandes raíces primigenias del desprecio a la naturaleza y a los seres que la habitan. Y quizás uno de los mayores perjuicios que le ha causado y le sigue causando a la humanidad.
El domingo pasado varios miles de personas se manifestaron en Madrid, como en las principales ciudades de todo el mundo, para exigir a los políticos medidas urgentes contra el cambio climático y para crear un nuevo modelo de energías renovables que frenen la destrucción del planeta que habitamos. Y es que casi 200 países se están reuniendo, desde el pasado lunes, en una nueva Cumbre contra el cambio climático en Paris, en la que se está debatiendo, hasta el día 11 de diciembre, un posible acuerdo mundial que fije el objetivo de limitar a dos grados el aumento de la temperatura global del planeta para finales de este siglo. Veremos si este acuerdo es posible, porque la voluntad de los políticos suele estar más que mediatizada por los intereses de los lobbys del poder empresarial y económico.
Tras todo ello, tras la voracidad humana que antepone el interés inmediato de poder y dinero frente a la destrucción de la naturaleza y del planeta, lo que finalmente subyace es la ignorancia; la ignorancia profunda de quienes desconocen la verdadera riqueza de la vida, de quienes son incapaces de percibir que un arroyo de aguas cristalinas tiene un valor infinitamente mayor que la cuenta bancaria más inflada de todo el mundo. Ya en 1963, en su libro La crisis silenciosa, el político norteamericano Stuart Udall decía que defender a la naturaleza es un imperativo, porque no es otra cosa que defender al ser humano. Sencillamente porque los seres humanos somos parte de ella.
Decía en el siglo XIX el Jefe de la tribu Suwamixh, una de esas tribus amerindias que se consideraban bárbaras y herejes, esas que fueron cristianizadas a golpe de cruz y de espada, que “cada trozo de la tierra es sagrado para mi pueblo, cada playa arenosa, cada niebla en los bosques oscuros, cada pradera, cada insecto en su zumbido. Todos ellos son sagrados. Porque lo realmente sagrado es la vida”. Y algunos charlatanes, vendedores de supersticiones, esos mismos que exterminaron esas culturas realmente espirituales, se creen poseedores del monopolio de la moral. Cuando la verdadera espiritualidad, como dice el científico y profesor Willian Tyller, se encuentra no en ninguna religión ni en ningún dios, inventos del hombre, sino en la superposición del espíritu de todas las cosas que existen. El respeto a la natura no es ningún capricho de rojos ni ecologistas, es el mayor imperativo de la especie humana, la única que la destruye, y parte importante de la verdadera moral y de la espiritualidad verdadera.
Coral Bravo es Doctora en Filología.

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